2009/08/04

Inocuo

Hará un montón de años un amigo de entonces, que hay amistades que se vencen como las medicinas que nos meten de contrabando los cubanos (cf. ex-pertos), se sorprendió -al menos hizo el aguaje- de un viaje de trabajo que hice a Orlando. ¡Nada más y nada menos!! El reino del plástico resistente al sol (cf. Dr. Rubén Blades) y uno de los destinos más usados y solicitados para congresos científicos internacionales en todas las ramas del conocimiento. Verdaderos festivales del saber donde asiste gente de todos los rincones del planeta (primero, segundo y tercer mundo) que tiene algo que presentar a sus respectivas comunidades.

"Entonces tienes Visa", aseveró. "No representas un peligro para el Imperio", agregó. Respondí que también tenía Master Card y volví a la grama donde me comporté cual joven pajarito. Intuí -nunca supe- que el águila se había cagado en el amigo y le habían negado cualquier "tarjeta de crédito" para entrar legalmente en Nueva Inglaterra. Vaya, que el resto de ese territorio es nuestro y lo vamos a recuperar. Era la época en que me encandilaban sus certeros artículos en "El Nacional" y quizás el personal del consulado también se encandilaba. El papel es super-resistente y más si es de fotografía.

Hoy leo a Roberto Hernández Montoya en su tango "Nostalgias" (http://www.aporrea.org/medios/a83629.html), describir la calma, la cordura y la aceptación mutua que reinaba entre la derecha ladrona (nótese el singular) y la izquierdas bucólicas (nótese el plural) en las fiestas de El Nacional. Leo su canto de esperanza por que alguna vez la derecha apátrida y embustera vuelva a esa calma y a esa cordura que todos disfrutaban en los años de la perrarina, para que la institución que fundara MOS sirva de resurreción a un tinglado de mentiras y claudicaciones como el MAS (¡eso lo agrego yo!).

También recuerdo el bolero metalúrgico que le dedicó a las rejas de Miraflores. Se preguntaba qué hechizo tendrían esas rejas que el que pasaba por ahí -de afuera para adentro- se convertía en otro pelele del sistema de corrupción y oprobio, o al menos se convertía en teflón a las necesidades del país. Creo que eso decía; o al menos esa era mi interpretación del hecho literario.

La rejas no tiene ningún hechizo. Eso lo sabemos desde que Crespo mandó a construir su residencia familiar. Lo que sucede es que todos los que por ahí han pasado con un leve cuadro de termocefalia, no se hiceron la necesaria placa radiográfica -una cada seis meses- que muestra la verdadera enfermedad: "inocuo in pectore".

¡Cuidado con los tuberculosos!, que algo queda...

Manuel Brito