Cuando el Imperialismo gritó a los cuatro vientos -son muchos más pero no tenemos tiempo para tecnicalismos-, y puso a navegar por los siete mares -son muchos más pero no tenemos tiempo para tecnicalismos- el crimen de IESA(sic) humanidad que se cometía en Kampuchea Demokratika, la gente de "izquierdas" (nótese el plural) andaba como muchachito comiendo tierra; tierra pegada en la nariz y llena de moco, digo.
Lo resultados de Pol-Pot confirmaban lo que ellos venían diciendo en coro, ese de grillos que cantan a la una: el stalinismo es más malo que vomitar mamón, tenemos que superar los errores del pasado, el marxismo-leninismo es un dogma, etc, etc... El Imperio sabe jugar con los sentidos de estos muchachones que por ser de "izquierdas" (nótese el plural) supuestamente usan las neuronas.
Pol-Pot era un místico budista. Su misticismo superaba con creces su estudio de la teorías y las herramientas que están en ruinas, según dice Rigoberto Fumanchú (¡que me perdone Guatemala!) desde el pent-house del Anauco. El marxismo que pudo haber haber aprendido en Francia, Pol-Pot, no Fumanchú, se esfumó con el sopor del trópico, y con la inclemencia de la guerra de guerrillas. Cuando, por re o por fa, el Khemr Rouge toma el poder y cuando la contrarrevolución despliega su estrategia, Pol-Pot, haciendo honor a su nombre, y basado exclusivamente en el misticismo budista, en la intuición, contraataca. Les dió con el pote y po' el pote. A quienes usaron sus posiciones privilegiadas para dar clases de Revolución a los que venían de ganar una guerra contra un enemigo millones de veces superior, les quiso mostrar las ventajas de la soberanía alimentaria. No contaba, o quizás contaba (nunca se sabrá) con que la fuerza motriz de la Revolución: la lucha de clases, convertida en simple e irracional venganza, podía ocasionar una tragedia. Una tragedia que el Imperialismo y el coro de los grillos de "izquierdas" se encargaron de atribuirle a Marx, a Lenin y a los dogmas del marxismo. Trabajan en tandem.
Nada más irracional que un "estudiao" de "pensamiento crítico", que se refugia en citas de libros para teorizar sobre la Revolución, cuando la Revolución acontece ante sus propios ojos y sus pestañas quemadas de tanto estudiar. Si criticamos a quienes se dedican a observar la realidad, y no a cambiarla, ¡que podemos decir de los que ni siquiera se dedican a observar la realidad!
¡Hasta con el tobo!!, que algo queda...
Manuel Brito