Circa 1974. Se enfermó el profesor de Historia de Venezuela y llegó un joven bigotudo a sustituirlo. En aquella época no se hablaba de matar tigres, pero el bigotudo era estudiante de lo que alguna vez fue llamada Universidad Central de Venezuela. Esa casa a la que vencieron las sombras con la venia y ayuda de "excelentes" rectorcillos de "izquierdas" (¿cuantohaypa'eso? ¿comoquedoyoahi? ayudamequeyoteayudaré...): buche y pluma.
"La guerra de independencia NO fue una guerra revolucionaria", suelta sin vaselina en una mañana calurosa de trópico. Se armó la samplablera (un decir, y no un acto de fe). Más de un aspirante a bachiller de la gloriosa Unidad Escolar Gran Colombia tenía en su casa la "Venezuela Heroica" de Eduardo Blanco, y formaba parte activa del culto que impuso Guzmán Blanco. Respuesta, natural por demás, de Toñito a la absurda intervención de organizaciones religiosas en asuntos de Estado. Aceptar que la guerra se hacía para desplazar a los blancos peninsulares por blancos criollos y que los blancos criollos fueron desplazados por los blancos adecos -por nacimiento o naturalización-, era como mucho para quienes veníamos de aprendernos de memoria las fechas de las grandes batallas: Taguanes: 13 de Julio de 1813. Arco de Triunfo en la entrada de Tinaquillo. Venta de arepas mas acaita a mano izquierda, yendo... Y los blancos adecos ¿por qué tipo de blancos fueron desplazados?
Ahora no me cabe duda de que este "infiltrado" había vuelto tuche el pensum oficial y burgués. Es decir, el infiltrado era un revolucionario. A los pocos dias, invitación a las marchas, las de verdad, y discusiones de verdad sobre lo que era Historia, y su interpretación revolucionaria y liberadora. Pero se acabó pronto la enseñanza. El profesor titular sanó y volvimos al mismo merequetén.
"¿Golpe de sordo mercachifle
o competencia de Doctor
o despecho de boticario?"
No sé. ¡Pero estuvo del carajo ese "milagro"!!!, que algo queda...
Manuel Brito