2009/05/29

La auto-ayuda

Se pregunta la gente que busca que alguien le resuelva sus conflictos emocionales y existenciales, de quién recibió el capo Zuloaga ayuda para llevar ese pocotón de autos hasta su casa. Zuloaga, como prolongación rosalera de su vida de empresario, podría utilizar esta experiencia para convertirse en otro más de los exitosos escribidores de libros de auto-ayuda. Cuidado y duplica su fortuna. Porque el negocio de la auto-ayuda es una verdadera mina de oro. Un negocio que anda codo a codo (¡épale Benedetti!) con las otras dos actividades comerciales más importantes: las drogas y el anticomunismo. Y como cosa poco rara en asuntos de negocios rentables, el sistema te permite llevar los tres negocios "para lelos". Porque solo los lelos, los bolsas, te compran el "producto".

Pregunto: ¿quiénes son bolsas y tienen el suficiente poder adquisitivo para seguir de cerquita las "enseñanzas" de los gurúes, sus energías positivas, su paz interna, su colección de ingenuos, y sus conejos encandilados? Respondo: Aquellos que componen lo que desde el punto de vista de la teoría marxista es una clase que no existe, y desde mi pragmático punto de vista, puede que tengan diplomas universitarios, pero profesionales no son. Quizás Marx estuvo errado y existan mas de dos clases: explotadores y explotados. La clase mechita, ponle tú: usada por los explotadores para hacer explotar. Pero mi concepto de profesional no está errado. Ni aquí ni en Pekín (¡que me queda cerca!).

Todas estas almas en penas buscan su brocha, con o sin escalera. Los gurúes les quitan el gran peso y la depresión de encima. El "humanismo" almacenado en Silo, las cartas del tarot en el psicómano (o algo asi...) Jodorowsky, los polvitos para la muchachas lindas de Sai-Baba, los sabiondos lugares comunes de Paolo Coehlo, las teologías contradictoriamente liberadoras, el eurocomunismo de Berlinguer, Carrillo y Marchais... todos, absolutamente todos, marchais en
comparsa para darle a la clase media un respirito espiritual, aliviar el peso de sus cansados hombros (aunque las cabezas que sólo crían piojos son livianitas), alejados de las realidades y, lo que es más importante, de las herramientas teóricas y del análisis histórico necesario que permiten hacer cambiar esas realidades.

Aquí pongo una cita ejemplar de Coehlo, cójelo antes de que se agote:
"Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él."

¡'chacho!!! ¿y si se cae en El Guaire???, que algo queda...

Manuel Brito