2009/05/28

"Amor es..."



No importa que se me caiga la cédula. Total, no me vas a saber la edad a menos que yo te la diga. Mi número de cedula me pone a jugar en las mayores: cerca de 60. Sin embargo, soy algo menor que eso. Para los connossieurs (aquende o allende la talanquera) nací en un año donde la cosecha de uvas no fue muy buena y por tanto no se dieron buenos vinos. Mala cosa. Un desperdicio total porque de ese año ya no se puede hablar de webonadas pequeño-burguesas y la poquita decencia que queda, después de pasarse la vida aspirando a ser como Ariel -yo quiero ser como él-, es la de asociar 1959 a la Revolución Cubana.

Lo cierto es que soy lo suficientemente joven para haber sufrido en retina propia la campaña de sensiblería mocosa (lo dice Buen Abad...) que importó la clase media profesional, que tiene documentos de identificación venezolanos, por allá por los años en que la líbido se nos despertaba para ser sometida a todos estos largos e intensos años de desvelo. Cómo explicarle a la carajita de piernas color marfil, o la de nalgas color cobre caribe, que si no teníamos pelos en la boca era porque ella no quería. Afuera en la calle las franelitas rosadas mostraban: "Amor es hacer espacio para alguien en tu corazón". Quizás firmaba el Dr. Barnard. Nunca vi una franelita que dijera: "Amor es más sabroso que pescao frito". Que se acerca más a la realidad. O un guevarista- freudiano "Amor es tener dos, tres...orgasmos".

Ahora la tenemos hasta la empuñadura: "Revolución es amor". ¡Coño!!! No es mentira, pero antes de ponernos cursis y sensibileros hay que haber echado unos buenos polvos, bien echados, y para ello hay que conocer muy bien el cuerpo -el propio y el de la que nos da batalla- y cómo reaccionan esos cuerpos ante diferentes niveles de estímulo. Y si queremos alcanzar el paraíso en la tierra, más difícil es el trabajo y más teoría y práctica se necesita. Como con todas las cosas en que debemos ser profesionales (que es un concepto diferente a tener títulos universitarios).

Revolución es orgasmo; ¡premeditado y alevoso!!!, que algo queda...

Manuel Brito