Galileo Galilei es un nombre en serio, no es un nombre de vacilón. No es como que un ciudadano de un barrio de Caracas , a quienes los clase media reaccionaria (allende o aquende la talanquera) llaman con cariño malandros, diga: ¿Cuál es el guarileo? O, ¿cuál es el guarilei?. Tampoco es que le montaron una chapita al estilo: Carepeo Carepei. Nada de eso. Galileo era un italiano cojonudo.
Anécdotas famosas tiene, Galileo. Pero les recuerdo a todos los muchachones clase media que compran sus compotas en WaltMart que anécdotas y análisis son cosas distintas. No es procedente aquí recordar esa anécdota de cuando Galileo se le arrecostó a la novia y allí pegadito, con una erección de telescopio, le digo que se tranquilizara que no le iba a pasar nada. La novia le dijo sonrojada: "Eppur si muove". No es procedente la anécdota porque no ayuda al
análisis.
Es mucho más edificante hablar de la Torre de Pisa, que desde entonces se ha venido inclinando. Galileo subido al último piso de la torre, dejó caer una pluma y una bola de fierro. Al que le cayó la bola de fierro encima le pidió disculpas y le preguntó si ya había llegado al suelo la pluma. Ya sabía el resultado. Silbandito bajo a buscar más material para sus experimentos. La canción que silbaba era de un tal Nino Bravo : "Es el viento...". La segunda vez subió con cuatro bolas. Dos exactamente iguales en dimensiones pero de diferente material, y dos algo diferentes pero del mismo material. La izquierda más grande que la derecha. Desde lo alto dejó caer dos de las bolas y se quedo con el otro par. Les tenía cariño porque las había tenido desde que nació. Una bola de fierro, la otra de madera (!las que usaba en el experimento!). Sin sorpresa alguna observó cómo las bolas llegaban al piso exactamente al mismo tiempo.
Ahora hizo el experimento con objetos más pequeños. Con unas monedas muy parecidas en dimensiones a las lochas. Dejo caer dos lochas, una perteneciente a un intelectual de bien desarrollado maruto desconectado por voluntad propia de la realidad, y una perteneciente a un hombre trabajador del pueblo. Para sorpresa de sus colaboradores, la locha del proletario llego al piso "en el término de la distancia". Un cálculo sencillo que dejó como tarea (nota: la aceleracion de la gravedad es de aproximandamente 9.81 metros/segundo cuadrado). La locha perteneciente al intelectual todavía no ha llegado al piso...
¡Misterios de la ciencia!!!, que algo queda...
Manuel Brito
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