2009/07/27

Los guardias rojos de Mao

A poco de llegar a Sartenejas Alí Primera me puso en autos:
"Que si el grupo de ustedes
quien lo dirige es calvo
que si el grupo de ustedes
es bastante flojito
y si quieres ponte bravo.
¡Al carajo Breznev! Me resteo con Mao.
Y allá un grupo de seis se apoya en un megáfono
y atiza la candela.
Esos son radicales de la Universidad para adentro
mientras los que menos hablan comenzaron el Metro."

No recuerdo fechas. ¿Circa 1977? Aún los proletarios no se habían "auto-excluido" de la USB (me da pena llamar a una institución que sólo educa lacayos y mentes coloniales con el nombre del Libertador) y por tanto el Prof. José Luis Palacios no tenía carnita para llenar varias páginas con su "análisis científico" (gamelote) del fenómeno de la auto-exclusión. Con excepción del movimiento al sifrinismo y su socialismo con rostro maricón (digo ¡catirón!!) de lunes a viernes y en horas laborales, que la playita espera los fines de semanas, había pocos núcleos de actividad política.

Un día de esos hicieron un foro con Aníbal Nazoa y Kotepa Delgado. Lujos que se daba Sartenejas. Por allí también había pasado, hacia el exilio, Alfredo Zitarrosa en un concierto de contenido político inolvidable. Como siempre las cosas estaban allí, para que el que tuviera ojo los pelara. ¿Cómo pedirle a los sifrinos (y a los aspirantes, que son los peores) que le pusieran atención al país que estaba allende Sartenejas, si ellos vivían, viven y vivirán en otra Venezuela?

Lo cierto es que ese día Aníbal hizo guasa con un camarada suyo, enamorado de la URSS, que le había puesto a su bodega en Catia La Mar (seguro que era Mamo Abajo pero había muchas chicas y Aníbal era muy tímido): El Koljos. En el rechazo a Stalin, toda suerte de comunismo había fenecido en esos cachos y todo aquel que leyera el Manifiesto Comunista era tildado de querer importar ideas "eurocéntricas" y de aplicar "mecánicamente" "dogmas". Es decir, un método de análisis, una herramienta de trabajo, rebajada a "dogma" por los que dicen ser de izquierdas (¡nótese el plural!). Esa era la estrategia del movimiento al sifrinismo para enamorar a la clase media. Terminaron ellos enamorados, de esa forma de medio comprometerse cuando medio conviene, y pasaron a engrosar las filas de los adecos sin carnet, social-demócratas de "corazón amplio" (de la boca para afuera) y de bolsillo sin fondo. De ese carroza carnestolenda y/o de la chequera de Consalvi se pegaron todos estos "intelectuales" (aquende o allende la talanquera móvil) que hoy le tiene un pavoroso culillo a que se haga Revolución (en mayúscula, sin apellidos).

Ese día precisamente y en ese lugar, nos quedamos conversado integrantes de varias "sectas". Un muchachón recién regresado de la URSS, y dirigente de las juventudes comunistas comentaba sobre la locura de la Revolución Cultural en China y el accionar de los guardias rojos: "Quebraban los discos de Beethoven porque los consideraban música burguesa". El argumento era lapidario. ¿Cómo no darle la razón? Subyace en el argumento el hecho de que la URSS y China estaban engorilaos desde el 6 de Marzo de 1953. Es decir, desde apenas hacia cuatro años, si aplicamos la aritmética gardeliana. Las leyendas que circulan sobre los guardias rojos son múltiples. Muchas, demasiadas. Un ex-rectorcillo de una universidad nacional que sólo aceptaba muchachitos de colegios privados porque la educación universtaria debía mantener sus estándares de calidad, fue llevado por toda la ciudad con un sombrero con orejas de burro y un cartel que ponía: "este tipo es gafo, gafo, gafo...". En Venezuela, al menos, nos ahorraríamos el sombrero y el cartel.

A la luz de lo que acontece en Venezuela, en donde los intelectuales, profesores universitarios (jubilados a los 40 que se chupan la mitad del presupuesto universitario), "profesionales" de toda laya y de muchas agallas, gentecita culta que dice coño con acento franchute, etc, etc, personajes que se constituyen en freno para cualquier proceso de cambio, de real cambio, que siguen actuando como si estuvieran en la Venezuela Saudota que les dio becas a unos y y casas en Miami a otros, y ambas a muchos, me pregunto si Mao, despues de suplicarle a todos estos hijos de sus madres que colaboraran con la Revolución, que dejaran de rascarse el ombligo, de mirarse el maruto con espejo, de seguir en la manguangua del petit comite, no tuvo que recurrir a la violencia de los pobres contra la violencia de los nuevo sifrinos (y los aspirantes). Porque es violencia contra el pobre el estar mirandose el maruto en medio de una guerra, ¿o no?

¡Te veo mal Beethoven!!!, que algo queda...

Manuel Brito


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