2009/07/17

Los colegas de Chávez

Pasar a enumerar las grandes debilidades del "Frente Sandinista de Liberación Nacional" en aquellos días que unos ojos de tamarindo se proponían llevar su inexperiencia, recién adquirida en Sartenejas, para ayudar a la Revolución en Nicaragua, es recapitular demasiadas cosas. Cuando escucho a Sr. Moronta hablar del Sr. Karol Wojtyla como un turbérculo de "grata recordación", también recuerdo que la escogencia de ese tubérculo por el partido político fundado hace 1700 años por el Imperio Romano, no era casualidad. Lo dije en público en un foro de la Cinemateca. Tengo testigos. La historia, lo objetivo, no me echa la partida para atrás. Que el Sr. Wojtyla uso todo su poder y el de su organización terrorista para escoñetar el comunismo -y lo que medio huele a comunismo- mucho antes de que saliera el humito blanco por la chimenea del cónclave, es una verdad llena de sangre y de miserias. Supongo que de eso se sonríe el Sr. Moronta Rodríguez.

No quiero siquiera imaginar que al gobierno revolucionario se le ocurra invitar al tubérculo mayor a una visita a Venezuela. Bastaría ver a Héctor Navarro arrodillado ante el Sr. Ratzinger recibiendo bendiciones y respondiendo con "amenes" para que por ese hilo se vaya toda la costura. Igual que pasó en Nicaragua con Ernesto Cardenal, representante por antonomasia de una de las grandes debilidades de la Revolución en Nicaragua. Desmoralización total. ¡Arrodilarse ante el enemigo!

Y mientras sigan con el cuentico que de solo "las cúpulas", y sólo "los jerarcas" de la maquinaria trituradora de la Revolución y los revolucionarios, mientras se siga hablando del gran tubérculo como el "Santo Padre" en televisora y radio del Estado, entonces la tesis de que todos ellos son colegas del presidente Chávez seguirá en pie. La tesis plantea que a la jerarquía eclesiástica, a esos puestos de supremo comando de esa gran organización terrorista, se llega en paracaídas. Y no por haberse pasado toda la juventud jodiendo desde sus púlpitos de barrio los ensotanados, o desde sus "finquitas" los encardenalados. Abolutamente todos escalando posiciones gracias a los buenos oficios perpetrados en nombre de los "santos" intereses de la mayor y más antigua de las mafias.

Para caídas... !Hirudoi!!!, que algo queda...

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Manuel Brito

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