Cuando en los años en que toda la gente de izquierdas (nótese el plural) iban convirtiéndose a la religión de la mano invisible, yo seguía con el cuchillo de palo del Manifiesto Comunista - la esencia de una forma de interpretar y encarar al mundo-. Difícilmente podría uno pensar que después de la caída del Muro de Berlín, que tanto aplaudieron los "progresistas", "pluralistas" y "demócratas radicales", y de la caída de las caretas de la "real demokracy" con Reagan y Wojtyla corriendo en llave contra un lote de taparucos de izquierdas (nótese el plural) como los euro"comunistas" y los caguetas del movimiento al sifrinismo, la verdad es que sólo unos milagros podrían venir en nuestro socorro (¡epale literata!!).
El nudo "gordiano" del capitalismo, sistema de muerte y destrucción, se está poniendo flaco. No hay que preguntarle a la Negra Juana de Andrés Eloy para que se compare. Pero por más flaco que se ponga, no es sencillo desanudarlo. Soluciones al asunto hay muchas: Esperar a que se desanude solo. Conseguirse un mutante de rana platanera que desarrolle folículos capilares. O, como hizo Alejandro en el año quiensabe del calendario de Babilonia (el que imponía el imperio de esa hora), quien muy amablemente, de un solo tajo, y con acento de Macedonia, el mismito de la madre Teresa, les dijo: "Recojan su gallo muerto".
¡Tumba la caña machetero!!!, que algo queda...
Manuel Brito
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