2009/12/10

Espino al que me menea

Los reyes de la farándula, sean gitanos o se las den de gitanos (¡que son los peorcitos!), no aceptan sus limitaciones. Una vez que son aplaudidos por el gran público asumen que están capacitados para desenvolverse con la misma facilidad con que diferencian un Mi sostenido de un Fa bemol en cualquiera de las ramas del conocimiento. Ambiciosos. Golosos. Faranduleros... Pero flojos, holgazanes, cultivadores del la ombligomanía. Todavía estamos esperando el análisis musical de los 15 minutos de catecismo por VTV. Aunque ya como que no hace falta, ¿no?

Como es natural, tarde o temprano estos sapos se dan contra la pared. El conocimiento científico y el uso de las herramientas científicas no se adquiere via anecdóticas, corazonadas, matices, musas o levantando carajitas por Internet. Se adquiere con trabajo y estudio, con disciplina y con perspiración.

Los reyes de la farándula, sean gitanos o se las den de gitanos (¡que son los peorcitos!), son tontos de capirote, pero se asumen inteligentes. Se vuelven a dar, y se sigen dando con la pared hasta que se rompen la cabeza. Las chicas en las gradas auyan al verlo tan valiente, tan altanero, tan conocedor, tan "yosipuedo", tan "Me equivo. ¿Y qué?", tan "Me contradigo, ¿Y qué?". La pared seguirá allí, inamovible, como todo aquello que tiene bases sólidas. El sapo testarudamente lo más que puede obtener es un pote de Hirudoi (marca registrada) financiado por el Ministerio de la Cultura y una admiradora que se lo unte en los dos dedos de frente que pueda tener. Gradas y faranduleros en relacion dialéctica, que diría con esa lógica cartesiana que lo caracteriza el ingeniero (!!!) Patiño.

Saludos a Ratzinger y a sus valientes monjas , muchachón, que algo queda...

Manuel Brito