2009/12/11

Casa de citas

En los días de mi primera inocencia, la palabra burdel no existía en el diccionario. Casa de citas era el formidable, extraordinario, inigualable eufemismo para llamar al lugar donde se hacinan por igual putas y "usuarios". Si vas para Puerto Ordaz te ruego que pases por donde vivía mi amada. Era una casota grande como el galpón donde desarrollaron el 777 de Boeing, lleno de chicas de todas partes del mundo. Se llamaba "El Sara". Corrían los años de las vacas gordas para los social-demócratas y para los fachas del perezjimenismo disfrazados, ayer y hoy, de gente decente.

Y dije putas porque esa palabra si existía en mi diccionario. Total, los hijos de puta son una constante en la Historia Universal. Dicen los sabios que primero fueron los hijos de putas que las putas. Y después hay gente que pierde el tiempo con el dilema huevo-gallina.

Uno lee los escritos del colectivo Grano de Maíz y, descontando las cursilerías de cuando le toca al de la esotería y la metafísica, en pocas palabras, en pocas líneas, en pocos párrafos, logran trasmitir su mensaje. Escriben para ser entendidos por los pueblos, que casualidades aparte, son quienes hacen la Revolución. Lo logran llamando pan a ese bollo de masa horneado hecho de harina de trigo, y vino a una bebida alcohólica producida a partir las uvas.

Y ante este arte de comunicarse con los pueblos, porque somos pueblo, aparece a hacerle frente con la valentía que caracteriza a los sifrinitos, un patiquín educado por jesuitas, con cara de no haber halado nunca escardilla (¡épale Pol Pot!!!), pontificando sobre la ultra-super-democracia pluralista donde los sifrinitos "intelectuales" sean jefes democráticos (¡claro!). Un sistema que hará frente y vencerá -sin duda alguna- al paramilitarismo, a las 7 bases militares imperiales y a la orquesta de medios universales de manipulación a la orden del Imperio. Digo, para dejarlo no más en enemigos exógenos.

Ante el arte de comunicarse con los pueblos, porque somos pueblo, para prepararnos y defender la Revolución, el sifrinito nos inunda la Casa de la Revolución y de los revolucionarios con sus interpretaciones sifrinoides de la teoría revolucionaria, nos inunda con sus citas manipuladas, nos inunda con sus citas "copiadas y calcadas" con heoricismo sifrino.

Putas tristes, que algo queda...

Manuel Brito