El sindicato de trabajadores (investigadores, técnicos, oficinistas, obreros y personal a destajo) al que tengo el privilegio de pertenecer, y al que me toca servir, via pentium (¡claro!), viene enfrentado la ola neoliberal mucho antes de que yo comenzara a participar en él. La lucha por la locha es una lucha de todos los días (via pentium, ¡claro!), y la actividad sindical de investigadores, técnicos, oficinistas, obreros y personal a destajo (via pentium, ¡claro!!) es fundamental. Bajo la tutela del ala radical del Partido Comunista Japonés, partido bastante disuelto en las estrategias del parlamentarismo burgués, los trabajadores del "Imperio" continúan su trabajo de hormiga enfrentando al capital. ¡Via pentium, claro!!!!
Mis hijos, tan "chancletúos"como su padre (para deficiones mariconas léase al ex-flaquito del calzado elegante, o al perezjimenista jalabolas disfrazado de gente decente), reciben educación pública (¿o era oficial?), gratuita y obligatoria, en planteles del "Imperio", es decir del Estado. Y bajo ninguna circunstancia de mi sueldo habría salido una puya para auspiciar el engorde de esas familias de mafiosos que son los mercachifles de la educación y dejar la educación de mis hijos a ese masaclote de valores burgueses, racistas, clasistas, arribistas...(¿ejemplos criollos?? !épale gordito!!)
En solo una generación, dios y sus santos desaparecieron de mi casa, y en su lugar se establecieron las bases sólidas para la igualdad, la fraternidad, la libertad y la responsabilidad y la lucha a muerte contra el tramposo, el mafioso, el talento sin probidad. Llueve truene o relampague. Lloren las abuelitas, o lloren los abuelitos. Se escandalicen las tías, o los tíos. Eso tambien se hizo via pentium, ¡claro!!! Y es con esos valores, los pelos de la burra en la mano, y
no con músculos para bombear sangre desangrados en metaforas, que se participa del movimento proletario, son esos los valores que se llevan al plano de lucha en el sindicato. Siendo obrero. No diciendo que se es obrero, o con el aguaje de ser obrero.
Que de ahí podamos ir a tomar el Palacio de Invierno en Kyoto hay un salto. Un asalto que no se hace vía pentium, ni con dramas, ni con actuaciones melodramáticas.
En contraste, la Revolución en Venezuela (notese la conjunción) se consigue con un movimiento sindical debilitado. Un nivel de conciencia proletaria disminuido por la claudicante "izquierda" de masecos y adláteres que ocupan cargos gerenciales en la Revolución. Y producto de la guerra psicológica de mayor cobertura e intensidad "que se haya registrado en la historia" (como agregarían estos sabios del agua tibia). El programa radial "Misión Conciencia" hace uso de los escritos de Antonio Aponte (un colectivo de investigadores, técnicos, oficinistas, obreros y personal a destajo) que intentan hacer digeribles para el pueblo, que se organiza en Revolución, "los manuales soviéticos" y "los manuales cubanos" (¿llenos de mentiras y absurdos?? Pregunto...), y hacerlos herramienta de trabajo en la búsqueda de la igualdad, la fraternidad, la libertad y la responsabilidad. El trabajo de educar en Revolución, no sólo consigue resistencia en los petulantes "intelectuales" de la pequeño-burguesía (de cualquier lado de la talanquera móvil) incapaces de pedir un arepa con carne mechada sin citar a la mama de Weber, sino la burla abierta, y ahora la pendeja intriga del "Yo sé lo que tú no sabes", te lo digo "de buena fuente", de burócratas del continuismo cuarto republicano, y todo ello via pentium, porque no hay más nada, sino pentium. E insisto con el término. Son considerados "enemigos del pueblo" y serán tratados como tales. Llueve truene o relampague. Lloren las abuelitas, o lloren los abuelitos.
Si el trabajo de educación que se hace desde Grano de Maiz esconde o disfraza trabajo contrarrevolucionario, si va en perjuicio de la clase trabajadora, en contra de los intereses del proletariado, entonces es deber del "enterao" denunciarlo, con pelos y señales, sin vacilaciones, sin dramas, sin complicidades con la pequeño-burguesía "revo".
¡Ditto!!, que algo queda...
Manuel Brito