Hay poca gente que se percata - a tiempo; que pecatarse con una pata en la tumba no tiene gracia- de una de las enseñanzas populares con mayor validez y reivindicada mayor número de veces desde los días de la primera cosecha en las cercanías del Eufrates (¿o era el Tigris?): más vale andar solo que mal acompañado.
Ayer, por casualidades de la vida, escuché un programa de radio. Una voz emocionada daba una clase magistral de Revolucion (en la que yo milito se escribe con mayúscula) y sin interrupciones de niguna naturaleza, sin el caos de la pelea por el micrófono, sin la fraseología "revo" que usa docenas de palabras escogidas en fila india que no dicen nada, ni dejan nada al radio-escucha inocente, pero dejan ese saborsito amargo en los que todavía tienen vesícula, o nos acordamos del sabor de la hiel. Yo bajo el volumen al radio cuando me topo con esos programas, pero se lo subo cuando quien habla transmite la emoción que debe ser transmitida para un país en Revolución. Y en un país en Revolución, dos horas semanales de progamación radial son un verdadero tesoro para la lucha. Repito: "mas vale andar solo que mal acompañado". Nunca me falla la intuición.
El programa que yo digo estuvo a tres pasos de proponer lo que yo vengo proponiendo desde que me entero de la clasesita de profesionales que generan nuestras universidades públicas, con el dinero de todos los venezolanos. Y digo públicas porque las universidades se dividen en públicas: donde el Estado es quien picha y debe exigir redimiento de esos reales; y privadas, donde los mercachifles le "kechan" las subvenciones al Estado burgués, "paternal", es decir corrupto, y encima estafan a sus clientes. Clarificación que se expide a petición de los tradicionales mercachifles de la educación "dizquesuperior" (sea pública o privada) que pretenden confundir con semiótica fuera del perol, y a veces se salen con su pretensiones (¡dígalo ahí, diputada!!).
Mi proposión tiene una historia larga. Se origina en Puerto de Palos. Un genovés se hizo a la mar con tres calaveras por carabelas. Venían a piratear. Las naos piratas, como todos sabemos, no llevan nombre. Los profesores piratas, como todos sabemos, juran que tienen renombre.
Entre su focas puede que sí, pero el mundo es ancho y ajeno. Mucho más ancho y más ajeno que lo que proponía con alegría Don Ciro. Las carabelas llegaron por carambola a una isla de mi Mar Caribe y en ella consiguieron a una de esas mujeres nativas, heredera de los que cruzaron el estrecho de Bering, y al verla desnuda, voluptuosa, el pirata dijo: Santa María ¡qué pinta tiene la niña! Lo demás es tergiversación de la Historia.
Pues a esa Santa María hay que bajarle la idem. ¡Ya!!! Y después a la UCAB. E inmediatamente a la USB (que no merece más que llamarla por siglas porque es un insulto a la memoria del Padre de la Patria). Y en el mismo decreto, santamaría que se le baja a la siempre reaccionaria ULA, y a la sifrinizada UCV, el más asqueroso producto de esa mafia de buenos para nada, cero producción, cero investigación, cero kilometraje, que se esconde detrás de títulos universitarios que les compró Carlos Andrés Pérez en "las mejores universidades del mundo".
Cierre de esos nichos de reaccionarios, ¡YA!!!, que algo queda...
Manuel Brito