La Revolución no es circo. Las malas simientes (motto: si mientes o escondes la verdad, sobrevives. Los demás que se jodan), asocian nuestra alegría, nuestro desenfado, nuestro vivalapepismo, a la sangre andaluza. Albucais y Maim'onides eran andaluces, no obstante. Una de las primeras víctimas de francotiradores de Franco (cacofonías aparte) en la Toma de Barcelona en 1932 era un dirigente anarco-sindicalista de Huelva. Tengo más y más recientes ejemplos para combatir tanto prejucio, pero lo dejo allí. Y es que los revolucionarios, sean de donde sean, ponen su probo talento al servicio de la Revolución. Insisto, la Revolución no es circo. La Revolución es cosa de vida o muerte. Fueron muchos los que ya se enteraron en carne propia de lo último, y no queremos que siga habiendo más. De allí que hay que hacerles la guerra a los payasos, a los irresponsables, a los faranduleros, a los pusilánimes. No hay lugar para ellos en la Revolución, ni en la sociedad comunista: Igualdad, fraternidad, libertad...
Y responsabilidad, coño, ¡responsabilidad!!!, que algo queda...
Manuel Brito