2010/02/03

Al-andalus

Tan bonito que suena y cuando uno aprende que, al menos según las hipótesis que están sobre el tapete, significa"tierra de vándalos", se te enfría el guarapo. Y es que Andalucía también es tierra de gente noble. Ahí estan, sin buscar mucho, los andaluces de Jaén, aceituneros altivos. Tipos que aprendieron la teoría revolucionaria a latigazos de la contrarrevolución. Tomaron conciencia de quién levantó los olivos. Se hicieron concientes de la importancia de su trabajo, de su sudor. Y aunque se levantó brava con todos sus olivares, Jaén fue esclava. Moraleja: No basta querer vencer. Hay que prepararse para vencer. Y para ejercer el poder una vez que se venza. Que de comeflores y traidores está adornado el camino al destierro (los que tiene suerte) y a la muerte.

La Revolución no es circo. Las malas simientes (motto: si mientes o escondes la verdad, sobrevives. Los demás que se jodan), asocian nuestra alegría, nuestro desenfado, nuestro vivalapepismo, a la sangre andaluza. Albucais y Maim'onides eran andaluces, no obstante. Una de las primeras víctimas de francotiradores de Franco (cacofonías aparte) en la Toma de Barcelona en 1932 era un dirigente anarco-sindicalista de Huelva. Tengo más y más recientes ejemplos para combatir tanto prejucio, pero lo dejo allí. Y es que los revolucionarios, sean de donde sean, ponen su probo talento al servicio de la Revolución. Insisto, la Revolución no es circo. La Revolución es cosa de vida o muerte. Fueron muchos los que ya se enteraron en carne propia de lo último, y no queremos que siga habiendo más. De allí que hay que hacerles la guerra a los payasos, a los irresponsables, a los faranduleros, a los pusilánimes. No hay lugar para ellos en la Revolución, ni en la sociedad comunista: Igualdad, fraternidad, libertad...

Y responsabilidad, coño, ¡responsabilidad!!!, que algo queda...

Manuel Brito