La primeras lecciones sobre los diferentes estados de la materia son fascinantes para los críos. Una de las más famosas propiedades de líquidos y gases (fluídos) que le enseñamos a los niños en el Kindergarten es que los fluídos tienen la capacidad de tomar la forma del recipiente que los contiene. Una demostración experimental de
esta verdad es irse a un improvisado laboratorio y usando botellas de diferentes y complicadas formas, llenarlas de un líquido con colorante. Otra menos efectiva, pero que libera presiones internas, es la de medir el tiempo que dura en un chinchorro, y con forma de chinchorro, la causa de la presión.
Se observa. Se mide. Si se puede, se repite la experiencia. Y sobre los resultados se concluye. Dependiendo de la objetividad con que se realicen todos estos pasos es que se logra ir entendiendo los procesos naturales y descubriendo las leyes que los rigen.
Las leyes naturales y las leyes constitucionales, en principio, responden a ese mismo proceso. Las leyes no deben inventarse, deben ser el fruto del proceso de observación objetiva de la sociedad, y constituirse en el contrato que regula dentro de ciertos límites el proceder basado en el proceder de las mayorías. Cuando las leyes se inventan, decimos en el pueblo, generalmente se inventa la trampa. Y así seguirá siendo en tanto despreciemos el metodo científico, y eduquemos a los hijos según cánones metafísicos que los hacen pensar que ellos están por sobre la ley porque son "elegidos".
Cuando se es objetivo, totalmente objetivo, nos hacemos intocables. Un argumento objetivo no es manoseable. Elliot Ness era un agente federal, la mar de objetivo. Científicamente objetivo. Dogmáticamente objetivo. Sabía que con leyes inventadas y coyunturales, el crimen organizado -y no hablo de las iglesias de cualquier cuño- reinaría porque la trampa estaba ya diseñada. ¿Qué hacer?, le preguntó a Sexto
Ulianov. Respondió Lenin: Zúmbate por la ley natural: "De cada quien según sus capacidades...". Así fue como pusieron preso a este hijo de inmigrantes que atentó contra los intereses nacionales del país que acogió a su familia pidiendo a cambio sólo la lealtad a la nación y a sus intereses.
Intentar demostrar el crimen de traición a la Patria, de mercenismo a nombre del Imperio de turno, de deshonestidad, de mentira, de manipulación, de talento sin probidad, de azote, etc, etc, que se hace evidente día a día en los paisanos contrarrevolucionarios (digo paisanos porque me obliga la Constitución a llamarlos así) es una tarea cuesta arriba. Pero que vayan presos por cometer delitos
electorales -si asi lo decidiesen jueces probos- es un verdadero hallazgo.
¡Haz algo allá!!, que algo queda...
Manuel Brito