A María Cecilia Valecillos: La mujer que yo quiero.
Mucha gente que conozco anda por la vida guindándose de brocha en brocha. Si quieres saber lo que en realidad son, no les quites la escalera. Saben agarrarse de brochas. Quítales la brocha y míralos cómo se las arreglan para buscarse otra. Necesitan de un dogma que los dogma a tal punto que parecen inofensivos cachorritos bajo el látigo de su nuevo dogma, pero se encabritan con quienes se los desbaratan a punta de razón, de historia y de hechos.
Recuerdo a los compas "maoístas" que un día amanecieron colgados a la brocha de Enver Hoxa, para. como es natural, luego "dejarsedeso". Algunos ahora son evangélicos o te recitan a Paolo Coehlo. Los más extremos recitan el neo-liberalismo con algo de rubor. Desistieron del comunismo porque en su pasantía por lo que es fundamentalmente el aprendizaje de una herramienta de análisis e interpretación de la Historia y una disciplina de razonamiento científico, lo abrazaron con fervor religioso, con fe, como tabla de salvamiento, como vía de escape a sus debilidades, sin parpadeo, sin actividad neuronal. Como brocha, pues.
Hay caso de casos: sionistas que te cantan el Talmud con aires de tango y la sufrida historia de la diáspora como milongitas, y amanecen de golpe, y después de una larga noche de decepción judaica, pegados a la brocha del "marxismo" anti-comunista (¡no me pregunten!): Lectura rápida que le dicen. Ya, a la tercera brocha, es "catch-as-catch-can" y el patuque intectual es batalla campal: los rudos contra los técnicos y todos contra el réferi. ¡Que Freud los ponga en su gloria!! Lo necesitan.
Hoy me confieso un Serratiano dogmático. Mi verdadera brocha. Hasta este fin de semana pensaba que algunas de las poesías de Serrat habían alimentado mi espiritualidad y hasta me habían ayudado a permancer "En tránsito". Pero estaba seguro que había un buen número de canciones que podían pasar agachadas: Sin perfume y sin hedentina. Ya no. El dogma es total.
No es cosa fácil "aprender a distinguir entre lo que está bien y lo que te conviene" como nos canta en Bienaventurados. Se necesita de mucho valor (de cambio o de uso. ¡No importa!) para comportarse como gente racional cuando lo que te conviene es comportarte como hiena para formar parte de una jauría. Pero no es de cosas tristes este saludo a la bandera. Todo lo contrario. Una alegría inmensa me embarga (¡sin abogados litigantes!!).
Para mí ha sido una epifanía, todo un deleite, poder comprobar que:
"La mujer que yo quiero, me ató a su yunta
para sembrar la tierra de punta a punta
de un amor que nos habla con voz de sabio
y tiene de mujer la piel y los labios."
Y nunca me imagine que la cosa llegara al extremo literal de:
"Con ella quieren dármela mis amigos
y se amargan la vida mis enemigos..."
"Pero por favor no se lo digas nunca", que algo queda...
Manuel Brito