2010/02/27

Luz, Juan y Vincent

La locura inspira poesía. Y más si esa la locura es "propiedad privada" de los humildes; de un hombre, o de una hombra, o de una mujer, o un mujero (tal y como nos haría énfasis Nora). Nos dice mi adeco favorito que Luz Caraballo contaba. Contaba luceros, contaba deditos, contaba muchachos... Toda una tragedia de mujer hecha poesía, porque la locura inspira poesía, si esa locura le pertenece a un humilde.

Aquí les presento a Juan Carabina, quien sirvió de musa para que Aquiles nos regalara otra obra especular y estrellada como esa noche sin luna que hacia llorar al loco, como esa noche sin luna y estrellada que hizo eterno a Vincent. Y ya con estos tres ejemplos voy dejando la idea de la locura como inspiradora del genio, del genio inspirado en la locura, y la loca y genial inspiración del hombre humilde, o de la mujer, o de la hombra, o del mujero.

Pero cuánto desprecio inspira la histeria, esa locura premeditada, alevosa, manipuladora, de los sifrinos que se creen genios. Cuán despreciable son aquellos que buscan la aprobación de los sifrinos que con su premeditación, su alevosía, su manipulación, su falta de probidad, azotan a los humildes con miedos, con temores, con terrores, hacia la única sociedad posible, la única sociedad viable: La sociedad comunista. Sociedad donde a los sifrinos "intelectuales", que sólo cagan tinta e invocan fantasmas, también les tocará jalar escardilla si es que quieren comer cereales, y mojarse el culo si es quieren comer guabina.

¡Sta linda esa sociedad!!, que algo queda...

Manuel Brito