Otro genio, el francés Coulomb, no se hizo esperar. Empinado sobre los hombros de Newton se dedicó al estudio de la electricidad y el magnetismo. Y cosa más grande mira tú, llegó a demostrar experimentalmente con un péndulo de torsión que la fuerza que actúa entre dos cargas eléctricas (sea ésta de atracción o repulsión) es directamente proporcional al producto de sus cargas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa. "Si te he visto, te conozco", dicen que díjole Newton desde la fría tumba.
Sean masas gravitacionales o sean cargas eléctricas, la fueza con que interactúan entre sí es inversamente proporcional a la distancia que las separa. Mientras más cerca, más mazamorra. Más fuerza. Y entonces, ¿cómo es que los revolucionarios (ellos se dicen así, ¡no sé!) actúan contranatura? Y no, no me refiero a la estupidez "ilustrada" de aquellos que pretenden, basados en su prejucios religiosos y "morales" (disfraces de virtud), mandar sobre el chiquito de algunos muchachones y sobre las lenguitas avidas de peluchitos de algunas muchachonas. ¡No! Me refiero a la contradictoria conducta de entrarle a palos literarios desde lejitos a la pechugona Hillary Clinton, y quedarse calladitos cuando la pechugona es una "camarada", que hasta ayer no más era un talón de lavandera, y hoy, gracias a la Revolución, no puede esconder la tos (¡épale Carlos Andrés!!). O vociferar contra la agueyuca "socialista" que perdió las elecciones en Chile con la extrema derecha, y no decir ni chito en contra del mal ejemplo de una vida de derroche, de oportunismo, de nepotismo, y de auto-promoción, que nos da su paisana desde el penthouse del Anauco Hilton. Son los que llaman maestro a un disfraz de virtud, y profesor o doctor a un manojo de deshonestidades.
Si ya sé. Es que resulta que tenemos algo más que perder que cadenas cuando la cosa nos toca de tan cerquita y nos invitan a formar parte de la pomada (¡épale Roland!!). Es por eso que andan de careta aunque no sea carnaval. Y estos son los que me dicen que han estudiado la teoría revolucionaria y pueden recitar el manifiesto (¡se lo leyeron, supongo!!), como quien canta un bolero en la Alberto Ravell.
¡Farsantes!!, que algo queda...
Manuel Brito