2010/01/28

La respuesta es: No hace falta, Martín

No hace falta tener un postgrado de Harvard, y mucho menos un doctorado de adorno (¡épale ex!!!), para explicar en idioma sencillo y desde una posición de autoridad la famosa frase: "Se acabó el pan de piquito. Estas son las causas. Estos los efectos y éstas las medidas que vamos a tomar. Y ésta la colaboración que la sociedad, como un todo, exige a cada uno de sus ciudadanos."

Son cosas que pasan casi todos lo días en 191 países del orbe. Nota bene: Son 192 las naciones independientes (¡un decir!). Desde la explicaciones al retardo de un tren, y la consabida y reiterada solicitud de disculpas que va pidiendo el chofer por el retardo y los efectos que ese retardo puedan tener -algunas veces dramáticos- en la vida de los usuarios, hasta los sobrevuelos de aviones militares a medianoche para defendernos del coco. Todo lo que ha sido planeado y que afecta el desenvolvimiento de la sociedad y de la vida ciudadana, puede y debe ser comunicado a la "ciudadanía", aún a la ciudadanía que vive en caseríos. Y en los imprevistos, pues nada: se aprende a dormir en piyamas como hizo el pana director de lo que antes era el Observatorio Cajigal (¡creo!) y que ahora tiene otro nombre. Al pana lo he visto por ahí despeinao y lagañúo informando a la nación sobre leves temblores que en Chile o en Japón son el pan, o el arroz, de cada día. Racionar agua y energía debería considerarse materia obligatoria en kindergarten.

En mi nunca humilde opinion, se acabo el pan de piquito. Y no me refiero a los niveles de líquido en Guri. Eso se soluciona si pones a toda esa gente que mea fuera del perol a mear en el Caroní. Productividad, que le dicen. Son tantos que los podemos contar con la mano de Sant Roz, que tiene muchos dedos, según nos cuenta. El Estado en Venezuela tiene tradición de ineficiencia, de letargo y de inutilidad, pero estamos llegando al llegadero. Hay ineficientes pero también hay saboteadores. No basta el carisma de un presidente para cambiar las cosas. Los cuadros técnicos quizás tengan postgrado en Harvard -vaya, que no son pendejos los gerentes de esa universidad y si les llega cliente con beca chinchín...-. Sin embargo, la formación como profesional, como ciudadano responsable, eso cinco años de Academia, el pre-grado, lo hicieron en instituciones "académicas" donde aprendieron de primera mano, de manos "ex-pertas", la trampa, la triquiñuela, el rebusque, el egoísmo, la relación mínimo esfuerzo=máximo sueldo, el amiguismo, la "lucha" por "el presupuesto" (dinero al albañal como se habra notado) en un país donde la perrarina desaparecía de los anaqueles. De esos mal olientes vientos sembrados por alimañas, es que cosechamos el cataclismo de un país donde un título universitario es adorno, o material para restregarle en la cara al que no lo tiene. De esa época data la sifrinización de las universidades nacionales. ¿Juramento hipocrático? ¿Etica profesional?... ¿Me puede repetir la pregunta?

Ya ni siquiera espero al hombre nuevo que se exigió Guevara a sí mismo: libre, igualitario, solidario y responsable. Basta, por ahora..., con que haya profesionales de verdad, que la profesionalidad es responsabilidad, honestidad y vocación de servicio, y no petulantes mercachifles con su tinglado cuartorepublicano. Sólo con eso la mayoría de los problemas estructurales que confronta la Venezuela de cuatro y furruco (que charanga y pandereta es con la península) pasen a la lista de resolvidos, como supongo diría la doctora Ibañez. Por cierto, "egresada" de una de esas escuelitas de mercachifles de la educación superior que tanto dolor de cabeza le han causado a Venezuela desde 1953. Otros de los tantos favores que nos concedió su eminencia gris, el otro gordito impresentable, el de Michelena.

¡Gorditos todos!!, que algo queda...

Manuel Brito