2010/04/02

Reflexiones sobre el insulto

Dicese que la ignorancia es osada. Y dícese esto, en general, en contra de la juventud. Juventud irreverente. Juventud irrespetuosa. Juventud que insulta. Juventud que osa desafiar al ser experimentado. Al que sabe más por viejo que por diablo (según dicen...). Vaya y pase.

El viejo le dice al joven: zúmbate por ese barranco. Y el joven, hasta ese momento respetuoso, se zumba. Ya dejó de ser respetuoso el joven. Ahora es cadáver. ¿Cuál es la moraleja? ¿Qué comes que adivinas? No basta ser viejo para ser sabio. La sabiduría no es asunto de canas, mucho menos de doble-papada "académica". Por sobre todas las cosas la moraleja nos indica que la sabiduria es un diálogo. Tal y como nos los sirviera en plato grande el bueno de Sócrates. La sabiduria no se impone. La sabiduría se conversa. ¡Ay! de cuando el joven le demuestra al viejo que se las da de sabio que es un -por no insultar- mequetrefe. No puede ser irrespeto, ni insulto, demostrar que un mequetrefe en un mequetrefe, aunque tenga canas y aunque le guinde una doble-papada. Todo lo contrario es un servicio público. Y para eso estamos. Para servir...

No puede considerarse insulto regalar un espejo. Y es precisamente eso lo que hace el joven irreverente y el adulto irreverente y el anciano irreverente. Allá los que como el primer ministro franchute George Clemenceau dejan de ser socialistas con el primer sueldo y en apenas diez años se convierten en excecrables reaccionarios. (nota bene:La cita se la adjudican a Churchill pero es del franchute). Yo conozco perfectamente mis limitaciones físicas e intelectuales. No necesito demostrar que tengo la razón, aún cuando la tenga. Me importa demostrar que mis enemigos de clase no la tienen. Me importa demostrar que quienes quieren hacer de la Revolución una sola guachafita de "democracia", de "pluralidad" y de "tolerancia", no son revolucionarios, no quieren un cambio radical, tienen mucho más que cadenas que perder, osea.... Por eso les alcanzo el espejo. Y el espejo, ¡vaya cosa!, los insulta.

Reflexiones fidedignas, que algo queda...

Manuel Brito