2010/04/06

Los doctores y las doctoras Lewinsky

Con el permiso de la Secre de Estado para entrarle a palo a todo aquel que no comulga con EEUU (DOIO:Department of Imperial Orders), la simpatiquísima doctora Hillary Clitoris, tengo que usar en mi escrito el apellido que a ella le produce taquicardia. Y no es para menos. Todo un ambicioso proyecto de ambiciosa proyección personal, que venia cojeando segun su marido iba cojiendo, estuvo a punto de caramelo. A la final todo le salió bien. Algo de teatro, lágrimas de cocodrilo y una impecable venganza contra la muchachita de las gotitas de presidencial semen, y mírenla ustedes tumbando y capando como si tuviera un clintonis (o algo así...) recién estrenado en los secretos del orgasmo.

Pero no es de Hillary y su soledad que me toca comentar hoy. El tema son los doctores y las doctoras lewinsky que con título en mano apartan a codazos lo que les estorba en su ambicioso proyecto de ambiciosa proyección personal. Y como en mi país los doctores con título (es decir, que supuestamente cumplen los requisitos para ser doctores) no abundan porque la educación superior es solo para "élites" egoístas y mezquinas, los doctores y las doctoras se complacen en restregar sus titulitos en la cara de quienes no los tienen. Pasa que como a todo zapato, porque son unas verdaderas suelas en asunto de pensar con lógica, de sapiencia y profesionalismo, algún día se consiguen la horma... ¡Hajimemashite!!! (como se dice en el idioma de Yukio Mishima)

¿Por qué los llamo Lewinsky? Porque no dejan nada por escrito. Pura lengua, pura tradición oral, puro buche y pura pluma. Veinte años en la Academia....¡Coño!! Se dice rapidito pero cuando se ejerce la profesión con seriedad, y con producción intelectual debidamente refrendada por árbitros profesionales, se sienten como siglos. Profesores titulares jubilados a edades en las que -de tener potencial para hacer algo- la producción de conocimiento florece y la experiencia -de tenerla- puede ser pasada a las nuevas generaciones. Veinte años en que la unica huella que han dejado es en la taquilla donde retiran el cheque de la quincena. Veinte años en la Academia,
con los innumerables privilegios que involucra forma parte de instituciones universalemente aceptadas como serias y responsables, como lideradoras de la sociedad en su conjunto, y en veinte años (en numeros: ¡20!!!), ni un solo reportico que merezca aparecer en las bases de datos de las instituciones en las que han reposado tan "profesionalmente". Un tinglado de compadrazgos, amiguismos, operación colchón y componendas que les permite escalar en el
escalafón, sin tener siquiera un solo reportico que merezca aparecer en las bases de datos de las instituciones en las que han reposado tan "profesionalmente". ¿Son o no son unos verdaderos (y unas verdaderas) mamadores de "gallo" los "académicos" de mi país? Pura lengua, pura "tradición" oral...

¡Dígalo ahí Mónica!!, que algo queda...

Manuel Brito