2010/04/28

La tumba de José Gregorio

Pocos sifrinitos conocen el Oeste de Caracas, mucho menos el Sur, que también existe. Existe una autopista que desde el Este sifrino (¡y el Este aspirante a sifrino, que son los peorcitos!) los saca de Caracas hacia el Occidente en forma quirúrgica y ascéptica, sin necesidad de adentrarse en ese mundo de vida proletaria, con sus cosas lindas y naturales -como las jevas de piel de cobre- y sus grandes pesares: basura, alcantarillas rotas, ilusiones también rotas.

El Cementerio General del Sur es poco visitado, aunque como en cualquier gran ciudad del mundo - y el casco proletario de Caracas lo es- el cementerio es también un sitio de turismo. Los panteones de los grandes caudillos de la Federación están allí, por dar un ejemplo. Un recorrido buscando las tumbas de los nuestros nos permite encontrarnos con nombre que sólo habíamos visto en libros de historia. Allí en ese cementerio destacaba la tumba del dr. José Gregorio Hernández, nativo de Isnotú. No es un mausoleo de la rimbombancia de los Crespo, más bien es (¿era?) un kiosko. La tumba, rodeada de rejas y techada como un galpón, es un verdadero santuario donde las velas nunca dejaban de arder, donde las plaquitas por favores recibidos se acumulaban por cientos. Gente humilde a quien José Gregorio les hizo el milagro de creer en algo, ya que las "élites" (pura bohemia, pura vanidad y puro buenhogar) no cumplen su función de liderizar. Se contentan con administrarle la colonia al jefe de turno. Allí está pues la válvula de escape que a algunos aparta de convertirse en criminales: la religión, la fe. Allí está la válvula de escape, el amansamiento, que a muchos los aparta del camino seguro para la liberación, que no es otra cosa que la rebelión popular.

"Al siervo de dios por favores recibidos" rezan las plaquitas suntuosas. "A.S.D.P.F.R." rezan las de los que no tienen para pagar tantas letras. Ni una sola plaquita que diga: "¡Chico, José Gregorio! me dejaste con los crespos hechos". "¡Epale Joseíto! ¿Que fue? ¿Pa' cuándo es que es la cosa?" "Ay Joseito! Te espero en la bajaíta...". Y es natural. Sólo la gente agradecida va a la tumba de José Gregorio. Y está muy bien que así sea... Total, José Gregorio no le hizo daño a nadie. Es un ejemplo del buen venezolano -en el buen sentido de la palabra-, de un honesto profesional de la medicina.

Las doñitas del Este (dicho sin distingo de género) que hasta ayer no más colgaban plaquitas por favores recibidos (milagrosas trampas y componendas) al ex-flaquito ex-rectorcillo de lo poco que dejaron de la UCV, que repartían en todas las listas sus estampitas donde se tildaba de ministrillos a los colaboradores del Presidente, donde se ponía en duda la calidad de las escuelas de medicina en Cuba, y cizaña, y cizaña y más cizaña, y donde con claridad meridiana (que por lo visto no ven los super bolsas) anunciaba que si no eran él y sus focas los llamados a dirigir la Revolución (¡y la Revolución la hacen los pueblos!!!) entonces seguiría con sus llorantinas, sus saboteos y disparos por la espalda, ahora nos vienen con el cuento de que es mezquino preguntar cuantas focas del ex-flaquito quedan aún saboteando el proceso revolucionario desde adentro. ¡Qué lechoza, alias papaya!!!

¡Foquitas con títulos universitarios!!, que algo queda...

Manuel Brito