Antes habiía dos soldados que, por más afrodecendiente que fuesen, eran un blanco fácil: el corneta y el bandera. Al primero de ellos, Daniel Santos, siempre inquieto, le dedicó una guarachita (¡creo!) y lo retó a tocar un bembe. Los muchachos del coro de la Matancera le recordaban: "Te metiste a soldao y ahora tienes que aprendé'". El bandera, otro blanco fácil en medio de la refriega, portaba el estandarte del batallón de su causa. Cuestión de honor el que la bandera permaneciese alzada. Si caía el bandera alguien lo tenía que substituir... Supongo que lo mismo con el corneta. El que menos soplaba tenía que saberse la musiquita de llamada "a deguello" como mínimo: "Te metiste a soldao y ahora tienes que aprendé".
En las guerras modernas, más peligrosas que las de antaño porque los tiros también vienen de atrás, tenemos a "el talanquera". Una suerte de comandante sin tropa, que no pertence a ningún regimiento, todo confundido y peninsular -rodeado de anticomunistas por todas partes menos por una-. El talanquera anda con la susodicha al hombro. Mayor confusión, imposible. La talanquera se mueve con él, a su antojo. Desde sus posiciones de centro-derecha, liberal, pluralista, "entre que caben cien", los afables y bien educados para el oportunismo peronistas, los perezjimenistas disfrazados de gente decente, los gomeros de impresentable desprecio por los venezolanos humildes, estarán del lado "correcto" de la talanquera dependiendo de su real gana: si lo critican, pa'lla; si lo alaban, pa'ca.
Pasa que como quizás nunca haya dicho Sartre, ni Bordeau, ni Voltaire, u otro franchute, la Revolución es guerra y mínimo se pisan callos. Ergo, como decía Descartes, te metiste a soldao y ahora tienes que aprendé...
¿Y que viene la Matancera??, que algo queda...
Manuel Brito