Hay genios de genios. Garantizo que todo esos que vienen en botella y con su colección de chapitas amarillas no son genios. Mario Benedetti, un genio, escribió unos versos dedicados al currículum. Una preciosura de versos que musicalizó otro poeta que me viene acompañando desde la adolescencia. Pero más genio que estos dos juntos es el poeta del pueblo que por primera vez llamo al curriculum por su nombre de pila ray-o-vac: Ridiculum.
He visto ridículum de ridículum. Garantía de que el papel es el material de "construcción" tan resistente, que ríete del cemento armado (¡que nadie se equivoque!!). Un ridículum de un "académico" de prolongada "actividad" que le dedica un cuarto de página a tesis dirigidas y cuatro páginas enteras a una lista de chapitas amarillas y condecoraciones... O sea. Por sus peras sabrás que son hornos, que diría el avispao Manuel Rosales, el dueño del maletin que carga el catirito que mientan Teodoro Petkoff.
Pero volvamos a Benedetti:
"El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará valiente"
Cuando uno pide memoria y pide cuenta re-vo-lu-cio-na-ria a un obrero de la cultura (¿o no?), que todavía no sabe defenderse en términos revolucionarios del cuestionamiento que se le hace a su trabajo, y ese obrero revolucionario nos devuelve una lista de logros "económicos" o de estadísticas medio-verdades y récords "batidos", lo que provoca es hacer lo que hace tiempo no hago: pedir ese batido de melón y una empanada de(con) queso en ese sitio que quedaba más allaíta de Macuto -sobre la Intercomunal- para desayunar bien antes de darme un buen chapuzón en el Mar Caribe, el Mar Madre de todos los mares y así olvidarme de que el cuento no es tan sencillo como dice Benedetti.
"Empleo" (los economistas no saben) del Pensamiento, que algo queda...
Manuel Brito