Y es que el racismo es cosa de blanquitos. Mientras los moros mandaban en Andalucía, aquello era una sartén paradisíaca. Una sartén donde a 5000 grados a la sombra (quizás exagero) se asaban por igual todos los colores de piel. Y para recordanos esto nada mejor que una buena insolación en Córdoba por estar visitando sinagogas, mezquitas y templos cristianos. Llegaron los blanquitos católicos y se acabó la fiesta: la zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal.
Lo cierto es que se desfiguró la musica caribeña. Incantable. No quedó un solo son montuno donde no se sustituyera la palabra negro por el nuevo vocablo. No hubo guajira que mantuviese su altivez ante la sustitución. Profanamos las sagradas escrituras de don Eduardo Serrano cuando pusimos a San Juan a darle cosas a los afrodecendientes. No preguntamos, en medio del vacilón, cómo se sentian los compas a los que alguna vez le aplicaron el: "Nos reservamos el derecho de admisión". Seguimos pensado que somos el eje sobre el que rota el planeta: "Yo estoy bien. Tú estás bien". Esa lógica de blanquitos que tanto usa gente que ni blanquita es.
Lo que no está bien es que uno deje solos a los muchachos un ratico, y me salgan con tremendas pendejadas. Anoche oyendo - o sufriendo- Radio Nacional de Venezuela, escuché el coro (y no porque sean falconianos) de los grillos que cantan a la una: la Chiche Manaure y Martín Guédez diciendo al unísono: "Toda educación es pública". ¡Me pareció haber visto un feo gordito! En efecto, en efecto, ¡he visto un feo gordito!!! No se si agregarían, para poner la guinda al pastel, que unas son privadamente pagas y las otras oficialmente gratiñán, pero todas son públicas. Le bajé el volumen al radio.
Pero detrás de todo eso esta la mano peluda, la de los creyones, que trabajan en nombre de dios para curarle los callos a quienes pudiesen presentir un pisotón (¡es que son futuristas!!) y todos aquellos que aspiran a seguir en la manguangua de los subsidios estadales para seguir criando y engordando cuervos, que no dudarán ni un segundo en sacarnos los ojos. Un argumento newtoniano, que cae cual manzana putrefacta es: "Toda educación es pública y el Estado debe sostener la educación, por cuanto es un bien de la comunidad. Debe reconocer la doble gestión: estatal y privada. Los padres que mandan a sus chicos a una escuela privada pagan impuestos y tienen derecho también ellos a que esos impuestos que pagan, cuenten también para sus hijos". Esto dicho en Revolución (en mayuscula, sin apellido) es un chiste malo.
Manuel Brito