El mecanismo de la bicicleta no es nada complicado. Es simple, es ingenioso. Una nación que se precie de educar a sus multitudes debería hacer esfuerzos porque los muchachos aprendan a conocer el mecanismo de las cosas y juegos en los que tiene interés. Quién sabe cuántos Arquímides inventores hemos perdido por falta de educar y cuantos melo-dramáticos Arquímides Rivero nacen como sorgo en la deseducación a la que nos someten los medios de masas para el hombre-masa. Ya sabemos que el hombre-masa es aquel susceptible a ser nariceado por la ideología del poder, es decir la clase que siendo explotada se considera parte de la clase explotadora. Ellos son, generalmente, blanquitos o aspirantes (¡que son los peorcitos!) y se entienden.
Lo que aprendí en Río Chico y lo que me explicaba el campeón criollo de pedaleo todo terreno, José Rujano, tuve oportunidad de constatar en un viaje que hice entre Turmero y Maracay. Me prestaron una bicleta sin frenos. Me emocionó el paisaje y pedaleé duro, durísimo (¡épale!). Iba como dice mi valerana compañera esmollejao y cuando quise detenerme en la cercanías de Güere no se me ocurrrió más que una payasada: empecé a pedalear para atrás; sin efecto ¡claro!
Lo sabía yo, lo sabe Rujano, y lo sabe cualquiera que se haya subido a una bicicleta y la haya hecho andar. Pedalear para atrás es una payasada; payasada a las que nos tienen acostubrados los hombre-masa, los que se dejan naricear por los medios de masas, y ahora mucho más cuando llevan los blackberries colgados del cuello. Esta pedaleada pa' tras sin embargo deja al descubierto a mas de un "revo" de escasa formación política, que anda buscando excusas para crear desánimo en la población chavista con unos rumores infantiles, con guerrillitas twitterianas, y campañitas internaúticas sobre el "stalinismo" en la Revolución en Venezuela (notese la mayúscula para Revolución y la preposición "en").
Petrimetres y lechuginos, que algo queda...
Manuel Brito