Alguna vez me tocó ver, desde mi barrera de sol, un "debate" sobre la letra de lo que algunos consideran es el "Segundo Himno Nacional": Alma Llanera. Eran unos verdaderos toros por la forma en que manejaban la lógica. Y unos verdaderos cetáceos (delfines y otros mamíferos) en el manejo de la historia, la geografía y la cultura regional. Aunque no formé, no formo y ni sobre mi cadaver muerto, formaré parte de la cursilería, debo reconocer que cuando se anda por ahí haciendo caminos, siempre sorprenderá gratamente el escuchar el joropito valseo que fue parte de una zarzuela fracasada de Pedro Elías.
Pedro Elías Gutiérrez no era un músico cualquiera. Tenía tribuna. Tenía púlpito. Era director de la retreta de Caracas y la retreta cerraba con sus Opus Magno todas las presentaciones. Faltaban cerca de dos décadas para que el Dr. Goebblels expusiera en forma concisa y precisa sus teorías y técnicas de propaganda y ya sabía Pedro Elías el poder de convencer que tiene una tribuna, un púlpito, una hojilla y un mono. Responsabilidades aparte.
Volvamos a la letra del joropo valseao. El único "joropo" que conocen algunos "venezolanos" que dicen saber mucho de su país, de sus costumbres, de su cultura. El admitir que se nació en esta ribera del Arauca vibrador ya de por si nos crea un problema limítrofe con el republicano "Departamento de Cundinamarca" (que los chicos cursis y monarquistas llaman Nueva Granada), cuando se establece que nuestros llanos tiene límites en el Arauca. Pero así son las cosas. La ignorancia como herramienta de dominación, que decía el arador de mares. El debate no se centraba en lo importante, como era, es y será costumbre en la "intelligentsia" venezolana que ahora forma parte de la clase media profesional reaccionaria (allende o aquende la talanquera), sino en la pendejada de si éramos hermanos de la espuma (del río), o de los pumas (de la sabana). No hace falta demostrar que ni Pedro Elías, ni esos muchachones ignorantes y ahora diplomados, habían visto nunca el Arauca y que poco sabían de fauna tropical.
La solución al conflicto, igual de ígnara pero algo más pericletada, la da el Prof. Martín Guédez desde su recién adquirida tribuna y púlpito en Radio Nacional de Venezuela. Ni de las pumas, ni de la espuma, "soy Hermano de las plumas". O, mejor dicho, "era Hermano de las plumas". Pasa que ahora las "plumas" ya no son tan hermanas porque escriben en contra -como es su deber revolucionario- de la manipulación religiosa y metafísica y en contra de la nueva sociedad de cómplices y recomendados. Como si no estuviese claro desde el primer día lo que para "las plumas" es fundamental y razón de vida: la Revolución (en mayúscula, sin apellidos). Revolución en tanto proceso emancipador y desalienador. Y la emacipación y la desalienación empieza por casa. Nunca un alienado pudo contribuir a la desalienación de otros.
No son 20 años en Japón, Guédez. Son 27 años. Tampoco me mandaron de Sartenejas a Japón, después de recibir educación eurocéntrica o americanizante (¡la lógica cartesiana de tu argumentos y ejemplos pedagógicos es genial!!). Son 27 años y los mismos 27 años que tienen de muertos los compas del CLP que masacraron en Cantaura. Y después de 27 años fuera de mi pais, sigo siendo venezolano, haciendo, escribiendo hablando y defendiendo a mi gente. Y mis lealtades y mis orgullos están con mi pueblo, con mi cultura, con mi historia. Y mis energías, mi ciencia y mi comunismo (de manifiesto) militante están al servicio de los pueblos -porque la Revolución es Universal- y no está inspirada en omnijodientes dioses locales, o en "apostolados de amor". Verdades todas que no van a cambiar porque tú uses tus múltiples tribunas semireligiosas para acusar de dogmáticos y desarraigados a "las plumas" que no creen ni en tu dios, ni en su hijo, y mucho menos en sus "apóstoles".
¡Y del sol!!!, que algo queda...
Manuel Brito