Esto en el beisbol profesional, o el semi-profesional, o el amateur organizado. En una caimanera, sin embargo, la presencia de un catcher zurdo puede darse. Es más, se dio ayer. Era una caimanera que tiene cerca de 60 años de tradición. Una de las tantas formas de hacer que el hombre de la comunidad se involucre con la comunidad, sepa quién es el vecino, y colabore con él. En una caimanera, un catcher es un verdadero Quijote que va por la machega llanura sin peto, como lo canto el poeta León Felipe. ¡Y sin máscara! Y sin protector para lo que hizo famoso a ambos Ravel; al músico por tener, y al contrarrevolucionario jefe de doñitas por su falta de.
Poner las bolas en remojo después de haber visto al catcher de uno de los equipos contrincantes caer de rollito con un foul-tip que le puso las bolas a arder, forma parte del oficio y de sus gajes. Reflejos rápidos, rodillas y canillas amoratadas son un bajo precio a pagar por un bolero intacto. Esto en el terreno deportivo. Pero en política es otra cosa. En Revolución es otra cosa. Cuando en el terreno política veas (o leas) a un desvergonzado jalador de bolas, a un tramposo y nauseabundo mafioso, a un mediocre sindicalero devenido en rector a falta de gente decente, jalándole bolas al líder de la Revolución aspirando a ser nombrado ministro, ejemplos:
http://www.aporrea.org/
http://www.aporrea.org/
no pongas tu bolas en sebo, el jalabolas profesional usa guantes. Si eres zurdo (de brazo y doctrina politica), como soy yo, fusílalo en una de las bases, porque si te llega anotar en carrera, pierdes la Revolución. La Revolución no es un juego.
¡OUT!!!, que algo queda...
Manuel Brito
