Va de cuento: Un niño en clase de Historia Universal grita de repente: "¡Milagro, Milagro!! Aquí dice que los judíos cruzaron el Mar Rojo (de acá para allá, se entiende) porque Moisés con la ayuda de Jehová apartó las aguas". El maestro con cariño, pero quizás más rojo que el mismo mar, le dijo jocosamente: "Ya fue comprobado científicamente que en la época del Exodo, el Mar Rojo era un charquito de unos pocos centímetros de profundidad. ¡Nada de milagros!!!". El niño guardó silencio por unos pocos segundos y volvió a gritar: "¡Milagro! Milagro!!!" El rojo se le acerco y pregunto: "¿Y ahora?". Contestole el párvulo: "Nada, que los egipcios que venían persiguiendo a los judíos se ahogaron en el charquito.". Dejo como tarea dar la respuesta correcta a tan aparentemente lógico relato.
El dia 11 de Marzo, a eso de las cinco de la tarde (JTS), se celebró en todo el mundo (y cuando digo todo, es t-o-d-o...) un misterioso acto. Se repartieron gratiñán y en decenas de miles de lugares, cajas de detergentes de una conocida marca. ¿Y adivina qué? Cada caja traía un diploma universitario. Diplomas de ingeniero, diplomas de geólogo, diplomas de licenciatura en Física, de maestría en Química, y de doctorados en hablar webonadas. A los agallúos les tocó más de un diploma. Compras nerviosas, que llaman. Investidos con la autoridad del diploma con aroma a limpio y en los dias subsiguientes, cuando lo que se necesita es calma y cordura, ciencia, tecnología y esfuerzo, se dedicaron a alarmar con su piadera amarillo pollito, o a dar su diagnóstico sobre las fallas de diseño en la Fukushima, sobre la "hecatombe" y las "nubes radioactivas" creadas por "la raza vengativa". Detalles, te dicen, que no pasarian desapercibidos para a un estudiante de kindergarten que hubiese eximido Plastilina 1 y fuese catirito; vaya que hay razas que saben más que el pescao frito.
Lo que no te dicen los expertos del momento, graduados todos instantáneamente en el prestigioso instituto Procter & Gamble, es cómo le hicieron "los capitalistas del harakiri" (extraña cultura la japonesa...) para diseñar e instalar, a prueba de cochocho (que ya es mucho), los 4 reactores de Fukushima II (a apenas 10 km al sur de Fukushima I) y los dos reactores a 105.27 metros de los reactores en graves problemas. O la planta de tratamiento de combustible y otra central nuclear un pelín más al norte. ¿Habremos de suponer un milagro? Si así fuera ¿cuál de los dioses (San Mercado incluido) metió su mano invisible? ¿O habremos de ver cómo se diluyen en un charquito los diplomas universitarios conferidos en cajas de detergente y en aulas magnas de colegios para sifrinitos (1969 en adelante)???
Y ya para dejarlos con su metafisica, sus "analisis" contradictorios y su habladera de webonadas, me permito modificar el parrafazo de un italiano, digo de un británico, bueno no sé, escribe en castellano, creo que se dice marxista, pero tiene un tufo horrible a peronista: "Para un país energeticamente dependiente como Japón la tecnología nuclear es mucho más que una forma de provisión de energía, es un instrumento para la industrialización japonesa que permita alcanzar la soberanía energética y autonomía tecnológica nacional.". Y eso aplica a Irán y a Venezuela y a todas las naciones a las cuales les quieren prohibir el uso pacífico de la energìa nuclear, para lo cual consiguieron la excusa perfecta: ¡pánico nuclear!!!
¡Ay "izquierdas"!! (nótese el plural de cosa tan singular), que algo queda...
Manuel Brito
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(2011-04-25 12:29:39)