2009/10/27

Koohii Rumba

Más que una sola Sor Presa, diría que fue todo el convento de niñas escapistas y desubicadas, lo que me produjo el escuchar la voz de Johnny Albino. En Latinoamérica nadie se sorprendería de escucharla en los medios radiodifusores, o en televisoras. Total, es una de las voces más reconocibles, y más estables en el transcurso del tiempo, con que cuenta nuestra música popular y un hidalgo representante de la Edad de Oro (un decir que vamos a cambiar un día de estos) del Trío Los Panchos. Pasa que era sábado, vivía en Nagoya, en la mera mitad del Archipiélago Japonés, y en uno de los canales de televisión local transmitía un programa de variedades.

Hete allí, Johnny Albino con la misma voz con que me enseñó a cantar "Un poquito de fe", el Opus non plus ultra de Bobby Capó, vestido de charro cantando viejas canciones. Promocionaba su presentación en Nagoya en salas de conciertos y locales nocturnos (camas, hamacas y cosas así...) para los venideros días. Albino despidió su presentación con una canción que el público japonés conoce muy bien y que estuvo muy de moda por allí por los 70, según me dicen: Koohii Rumba. Esta canción no es otra que la obra universal de nuestro Hugo Blanco: Moliendo Café. ¿Valdrá la pena señalar aquí que la Dra. Bárbula considera pavosa una de las canciones venezolanas más conocidas en toda la galaxia? No. No vale la pena... ¡Púyala que va en bajada!

Coincidencias de la vida, Don Hugo puso a un tal zambo Manuel a moler café toda la noche con amargura por unas penas de amor. Me llamo Manuel. Soy mestizo. Mis ojos muestran con orgullo el origen caribe de mis antepasados. Y con la amargura, que provoca la estupidez incorregible de la clase profesional (profesionalidad sometida a reclamo), parásitos del Estado, allende o aquende la talanquera, puedo pasarme toda la noche moliéndoles "el café" hasta que los convierta en polvo, como está escrito. Quizás por eso mi compañera, creadora de este espacio nuestro, le dio al blog ese nombre. Un nombre que en apenas dos palabras contribuye a tumbar, de un solo tiro, a todos esos pájaros bravos, deshonestos, reposeros, y contrarrevolucionarios, .
¡Vaya! Que hay que ahorrar municiones.

¡Apunten!!!, que algo queda...

Manuel Brito