2010/03/16

Lenin poeta

Son de Sexto (en numeros romanos VI) Ulianov aquellos versos inmortales dedicados a su compañera: "Me gusta la Krupskaia porque está como presente". Despues llegó Neruda y a cuenta de que comunista no cree en propiedad privada (de los medios de producción, papito rico, de los medios de producción....) les dio el famoso viro que todos conocemos, o que confesamos haber leído. Y para ser consistentes, nadie puede negar -la verdad si pueden... los necios, que son muchos, casi todo lo pueden- que esos versos son un medio para producir emociones.

Desde los tiempos en que John Reed reportó sobre los primeros 10 días de los 70 años que conmovieron al mundo pensante e hiceron que se chorrearran los webonsones defensores de la "libertad" burguesa, no había leído yo tanta requetewebonada (webonada repetitiva) en contra de la Revolución; en este caso, la de los bolcheviques en Rusia. Si bien es cierto que las voces risueñas de Carayaca aún no se explican como el perico, teniendo un hueco "debajoel" pico pueda comer, no creo que sea misterio el enteder cómo los libros de teoría revolucionaria, y los libros de historia revolucionaria puedan ser tergiversados cuando los lee (que de leer no pasa...) un patiquín que come casabe con cubiertos, es decir, un maricón (cf. definiciones).

Que un comemierda (tambien con cubiertos) que no es capaz siquiera de revolucionar su puto entorno, una institución clasista y reaccionaria como la Central de Venezuela (que dejo de ser universidad años ha...), se dedique a enmendarle la plana al poeta Lenin, y a dar instrucciones de cómo debe hacerse la Revolución: con lacitos rosados, con cuidado por los callos del enemigo, sacando convenientemente al Imperio de la ecuación diferencial, con una fantasiosa "democracia" "pluralista" y "radical" (comillas como sorgo), atacando por mampuesto a la Cuba revolucionaria, es casi que material para escribir un sainete o astrakes donde en subidos colores se les muestra a los lectores la plasta e' mierda que es el CENDES.

¡Dígalo ahí Aquiles!!, que algo queda...

Manuel Brito